Dulces sueños

“DULCES SUEÑOS”

Marta estaba en semana de globales y como siempre empleaba la tarde en estudiar una cantidad de apuntes y agobiarse con el tiempo que le quedaba para estudiar. Llegaba con penurias al colegio y este constante agobio le costó más de un llanto. Tomaba café día y noche y el sueño nunca aparecía. Apenas dormía. La noche justo antes del último día de exámenes tuvo un sueño que le perturbó: enfermaba gravemente y cuando abrió la puerta de su casa, vio que le habían dejado una carta, miró al cielo y vio una cigüeña alejándose. Se agachó para coger el envío y a su vez se mareó. Sentada en el suelo cogió la carta y la leyó, ponía que a iban a desahuciar en un semana. En cuanto se levantó del sueño un ansia le recorrió el cuerpo. Ese sueño había sido el más realista que había tenido en su vida. Marta, aficionada a visitar a una pitonisa para preguntar sobre el futuro, no tardó en recurrir a ella. Eugenia, la pitonisa le leyó las cartas y utilizó su bola de cristal. Esta le dijo que no se preocupara que dentro de poco se graduaría y encontraría un trabajo que le hiciese feliz; su pasión por el piano, en los escenarios más reconocidos de Madrid. Marta al salir de su coqueta tienda volvió a respirar tranquila.
Cuando volvió a su casa se puso a cocinar l comida para ese día, cuando un agudo timbre se adentró en sus oídos. Apagó el fuego, y abrió la puerta, frente a sus ojos estaba Martin, su novio que había estado trabajando en el extranjero desde hacía años. Después de convertirse en el mejor surfista del mundo, haber ganado infinidad de trofeos y dinero y haber caminado dos veces sobre la alfombra roja había vuelto para quedarse con ella. Ese mismo verano, los dos enamorados viajaron a Las Maldivas donde hicieron un curso de submarinismo y habían tomado el sol y descansando en el hotel. Esas noches salieron al club de karaoke donde Martín cantaba y Marta tocaba el piano, eran el dúo perfecto. Pero no todo fue igual al volver del viaje, Martín se retiró del mundo del deporte y había empezado a trabajar en una oficina, que se encontraba lejos de su casa, por lo que iba en metro. Marta se quedó embarazada y aunque al principio no le gustó la idea de ser padre a Martín, luego se acabó enamorando de ese pequeño bebé. Consiguieron recobrar la chispa de su amor y vivieron los tres su vida feliz.

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